La civilización de la Sudamérica precolombina fue fundamentalmente un fenómeno andino. Si bien florecieron diversas culturas a lo largo de la cordillera, se concentraron en los Andes peruanos y la costa adyacente y el norte de Bolivia. En contraste, las sociedades tribales amerindias ocuparon todo el continente, desde las montañas hasta el extremo meridional de Tierra de Fuego, pasando por la Amazonia. Para los pueblos amerindios prehistóricos y también de épocas más recientes, el entorno constituía el núcleo de las creencias espirituales-, muchos mitos tratan sobre los dioses que crearon el impresionante paisaje andino y sobre los seres espirituales que habitaban en montañas o las personificaban o que provocaban la lluvia y regían la fertilidad.
Esta concentración de las civilizaciones antiguas en la región media de los Andes se debe en parte a la geografía: una zona relativamente pequeña acoge los paisajes opuestos de la costa del Pacífico, las altas cumbres andinas y las selvas tropicales amazónicas, causa de la especialización económica y de los contactos comerciales. Los mitos y creencias de las sociedades de la Amazonia influyeron desde fecha muy temprana en sus vecinos de las montañas, más avanzados tecnológicamente, influencia que se manifestó sobre todo en el arte de las civilizaciones preincaicas, en el que se repite el tema de los animales y seres antropomórficos de las selvas tropicales.
A pesar de sus diferencias, las civilizaciones andinas compartían numerosas características, como el culto a los antepasados y la creencia en un paisaje animado, así como una sofisticada aplicación del oro, la plata y los textiles, que poseían un significado religioso. Si bien ninguna cultura suramericana creó un sistema de escritura, la riqueza de datos etnográficos sobre los pueblos amerindios modernos y la documentación histórica sobre la cultura incaica nos proporcionan abundantes testimonios sobre los mitos.