En muchos mitos celtas el amor es un tema de importancia central. Puede tratarse de amor entre dos personajes sobrenaturales o entre una divinidad y un ser humano. Con frecuencia intervienen tres personas: un joven apuesto, una muchacha o mujer hermosa y un pretendiente sin éxito o un marido a veces mucho más viejo. Las leyendas irlandesas de Diarmaid y Grainne y de Deirdre y Naoise son típicas de estos triángulos amorosos con resultados frecuentemente trágicos. La leyenda galesa de Pwll y Rhiannon se asemeja a las irlandesas. En esta leyenda las trampas contra Gwawl, pretendiente rechazado de Rhiannon, causan el encantamiento de Dyfed, que hace desaparecer a todos menos a los protagonistas del relato.
En la mitología irlandesa también está presente la noción de la realeza y soberanía sagradas, en virtud de las cuales la unión del rey y la diosa del amor y la fertilidad garantiza la prosperidad de la tierra. Es frecuente que la diosa aparezca en forma de bruja, pero cuando el rey cumple su deber, se vuelve joven y hermosa.
La imagen del amor y el matrimonio divinos es frecuente en los hallazgos arqueológicos relacionados con la religión de los celtas. Las parejas divinas se veneraban en inscripciones y esculturas, en las cuales figuraban como símbolo de armonía, salud, riqueza, protección y abundancia.