Finn Mac Cool, Jefe de la Fianna, estaba haciéndose viejo, pese a lo cual decidió volverse a casar. Tras arduas deliberaciones escogió a Grainne, hija de Cormac mac Airt, rey de Tara. Grainne no podía amar a un hombre viejo y en el festín nupcial se interesó por un apuesto guerrero llamado Diarmaid. Entonces se hizo con una poción adormecedora y, una vez dormidos todos los invitados a la boda excepto Diarmaid, Grainne le pidió que la llevara lejos.
Diarmaid, que era leal a Finn, al principio se negó. Pero Grainne puso en tela de juicio su virilidad y entonces él consintió. Y tomando algunos caballos y un carro del establo, se fueron mientras todos seguían durmiendo.
Cuando Finn despertó y se percató de lo sucedido se enfureció. Había perdido a su nueva esposa y a uno de sus mejores lugartenientes. Ordenó a la Fianna que les diera caza con la ayuda de mastines sin concederles un momento de descanso hasta su captura.
Diarmaid y Grainne huían aterrorizados y los perseguidores seguían tras sus huellas. La persecución era tan encarnizada que apenas tenían tiempo de comer ni de dormir. Sólo pudieron obtener algún descanso gracias a la magia de Angus, padrino de Diarmaid, que les dejó su manto de la invisibilidad. Durante 16 años viajaron por toda Irlanda durmiendo incómodamente, comiendo lo que cazaban o recolectaban y pasando muchas aventuras con la protección de fuerzas naturales y sobrenaturales.
Finalmente Angus y el padre de Grainne se reunieron y solicitaron el perdón de la pareja. Finn accedió a interrumpir su caza si Diarmaid prometía no mostrarse con Grainne. En Tara se celebró un festín de reconciliación y el rey Cormac mac Airt devolvió sus tierras a Diarmaid.
Durante algunos años Diarmaid y Grainne fueron felices. Sin embargo, Finn no había dejado de odiar a Diarmaid y un día consiguió que acudiera con él a una cacería en pos del Jabalí de Boann Ghulban. Estaba profetizado que Diarmaid encontraría la muerte en lucha con esta bestia, que en realidad era su hermanastro encantado.
Como había sido predicho, Diarmaid fue mortalmente herido, y su única oportunidad de salvarse eran los poderes mágicos de Finn. Finn podía reanimar a los guerreros agonizantes dándoles agua con sus propias manos. Este fue en busca de Diarmaid, pero en su camino desde la fuente el agua se le cayó por dos veces. A la tercera lo logró, pero ya era demasiado tarde: Diarmaid había muerto.