La mitología celta está llena de historias de gigantes y enemigos decapitados; los héroes se enfrentan en luchas en que se cortan la cabeza. Sabemos además que los celtas eran cazadores de cabezas; las conservaban como trofeos u ofrendas sacrificiales, creyendo que contenían la esencia de la persona a quien pertenecían y que eran fuente de sabiduría.
En el arte celta la figura humana es escasa, mientras que las cabezas o rostros sueltos no lo son, por más que en las formas artísticas de dos dimensiones el rostro sea difícil de representar entre los detalles decorativos. El uso de joyas adornadas con rostros debe proceder de la creencia de que tenían poderes protectores.