El dios Lugh constituye un buen ejemplo del reflejo de ciertas deidades en los topónimos.
Probablemente se trata del mismo dios céltico al que César identifica con Mercurio y sitúa en la cima de la jerarquía gala: el «Mercurio» de César es «el inventor de todas las artes», mientras que en irlandés se le califica de «poseedor, diestro en muchas artes».
El dios afín a Lugh en gales es Lleu, y la forma más antigua de estos nombres es Lugus, que encontramos en el topónimo Lugdunon (Lugdunum en latín), origen lingüístico de las ciudades francesas de Laón y Lión (esta última elegida por César Augusto como capital de la Galia y emplazamiento de su festival anual), de Leiden en los Países Bajos y de Leignitz, en Silesia.
Luguvalium, o Luguvallum, nombre latino-británico de la actual Carslile, al norte de Inglaterra, deriva de Luguvalos, que significa «fuerte como Lugus» o «fuerte en Lugus».