Los celtas reverenciaban a los animales por su fuerza, rapidez, fertilidad y demás, y tanto los salvajes como los domesticados tenían valor simbólico en la mitología celta. El toro, como se ve en el Tain (véase El Ciclo del Ulster), es símbolo de poder y de riqueza, mientras que el jabalí está asociado a la guerra.
Los celtas paganos ornamentaban sus artefactos metálicos y monedas con representaciones de animales, con frecuencia muy estilizadas y ocultas entre complejos dibujos. En el periodo romano-celta aparecen pequeñas imágenes y figurillas animales de bronce o de arcilla, aisladas o acompañadas de deidades. A Epona, por ejemplo, casi siempre se la representa con caballos, y a Nealennia con delfines.