Entre los celtas el número tres era sagrado. La sabiduría se conservaba en versos agrupados en tercetos, mientras que las tres facetas son una forma artística celta muy común.
En la mitología las diosas madres suelen representarse de tres en tres; Morrigan es frecuentemente representada por sus terroríficas hermanas.
En ocasiones un trío personifica distintos aspectos del mismo personaje: Naoise, amante de Deirdre, tiene dos hermanos que sólo se diferencian por el tono de sus voces.
Muchas historias amorosas célticas, como la de Lancelot y Ginebra, conllevan triángulos amorosos. En ocasiones uno de los rivales es joven y apuesto, como Tristán, mientras que el otro es un marido o guardián posesivo.