La influencia del destino está siempre presente en la mitología nórdica: el destino está predeterminado y no puede evitarse. Ragnarok -el fin del mundo- es ineludible.
El destino de las personas era adjudicado por Norns, espíritus femeninos de quienes se creía que visitaban a los niños cuando nacían dándoles buena o mala fortuna. Las contradicciones de las vidas individuales se debían a que las Norns adjudicaban buenas vidas, mientras que las Norns malignas adjudicaban infortunios.
El destino individual se afrontaba con estoicismo y humor. Una muerte heroica era más honrosa, la adversidad se enfrentaba con alegría y enfrentarse a la muerte con un comentario humorístico era el más honroso de los hechos.