Mas allá de la vida había varias posibilidades. Los guerreros que morían en combate, especialmente por la lanza, que estaba consagrada a Odín, iban a la gran estancia de Odín, el Valhalla.
Se consideraba que una muerte de guerrero era lo más noble, así como un destino al que aspirar. Un noble que estuviera muriéndose en su casa y quisiera ir al Valhalla en vez de con Hel, adonde iban quienes morían en la cama, podía herirse con una lanza y "marcarse para Odín", asegurándose así el ingreso en el Valhalla.
Freyja recibía también a los guerreros caídos. Ella asistía a las batallas en su carro tirado por gatos y recogía a la mitad de los caídos, mientras que la otra mitad correspondía a Odín. Los guerreros a quienes ella recibía acudían a su palacio, Sessrumnir (lugar de muchos asientos). Las mujeres muertas también iban a Freyja. En la saga de Egil, una mujer condenada por suicidio decía que no comería ni bebería hasta que cenara con Freyja. También la diosa Gefjun recibía a las mujeres muertas, y era responsable de las muchachas y mujeres que morían solteras.
Los que morían de enfermedad, por accidente o de viejos iban al reino subterráneo de Hel (que no tiene nada que ver con el hell -en inglés infierno- de los cristianos), regido por la hermana de Loki, llamada Hel. Los ahogados eran conducidos al palacio submarino de Aegir y Ran.