RAGNAROK DESTINO DE LOS DIOSES

Página índice

Página anterior

El destino es inexorable. Este concepto culminaba en Ragnarok (destino de los dioses), la inevitable destrucción del mundo. Ragnarok será anunciado por tres años de feroces combates a los que seguirán tres años de invierno terrible y sin verano.

A continuación, un gran terremoto romperá todas las cadenas. El lobo Fenrir quedará libre, y Loki también. Jormangand, la Serpiente del Mundo, llegará hasta la orilla, haciendo que el océano se precipite sobre la tierra. El barco Naglfar, construido con huesos de difuntos, será llevado por las aguas, lleno de gigantes y con Loki al mando del timón.

Fenrir se lanzará con las fauces abiertas. Tras él estará Jormangand escupiendo veneno. Avanzarán hasta Vigrid, la llanura en que tendrá lugar la última batalla, y lo mismo harán los dioses con el Einherjar dirigido por Odín, que se enfrentará a Fenrir. Thor derrotará a la serpiente pero sucumbirá a su veneno. Fenrir se comerá a Odín. Saltarán al firmamento llamas, humo y vapor. El cielo se volverá negro y desaparecerán las estrellas. La tierra se hundirá bajo las aguas del mar.

Sin embargo, Ragnarok no será el final de todo. Al final el mundo resurgirá verde y fértil y comenzará una nueva era. Las cosechas crecerán sin sembrar. Los hijos de los viejos dioses se sentarán en la hierba donde antes estuviera Asgard y hablarán de los viejos tiempos.

El mundo humano será repoblado por dos personas, Lif y Lifthrasir, que se habrán escondido en el fresno Yggdrasill. De modo que el fin contendrá un nuevo principio y el ciclo volverá a empezar.

Página siguiente