Para las gentes de europa del norte la vida era difícil. El clima y el territorio, implacables, tenían que proporcionarles alimentos suficientes para pasar los inviernos largos, fríos y oscuros. En Islandia, donde más sobrevivieron los mitos, el clima debió ser muy crudo y los viajes con frecuencia imposibles. En tales condiciones las relaciones familiares eran cruciales. Las familias tenían que confiar entre sí y los lazos familiares proporcionaban una garantía de ayuda en los tiempos difíciles. Esto se refleja en los mitos de los dioses, que corrían peligrosas aventuras pero formando siempre un grupo muy unido, ayudándose y apoyándose mutuamente con gran lealtad para con los suyos.