El fresno yggdrasill, el árbol del mundo, era el eje del universo. Nada se sabe de los orígenes de Yggdrasill. En él vivían criaturas muy concretas: un águila que lo sabía todo se posaba en lo más alto, con un halcón, Vedrfolnir, entre los ojos. Una vil serpiente, Nidhogg, yacía en Niflheim, mordiendo las raíces de Yggdrasill. Ratatosk, una ardilla, corría por el árbol arriba y abajo transportando insultos entre Nidhogg y el águila. También vivían en sus ramas cuatro ciervos: Dain, Dvalin, Duneyr y Durathror.
El árbol era fuente de vida y de sustento para las criaturas que vivían en él y bajo él, pero padecía angustias y dificultades debido a las muchas criaturas a las que daba sustento. Nidhogg y las serpientes que le rodeaban le mordían las raíces y los ciervos se comían sus hojas y brotes. La ardilla roía y desgastaba constantemente su corteza. De modo que también el apoyo y sostén central del mundo pasaba sus pruebas y tribulaciones.
Para contrarrestar este sufrimiento Norns, que vivía junto al pozo de Urd, tomó agua con barro que había junto al pozo, vertiéndola sobre las ramas cada día. Aquella mezcla era tan maravillosa que todo lo que tocaba lo volvía blanco, y así protegió al árbol.