Mas allá de las montañas brumosas y al otro lado de los profundos y revueltos mares vivía un rey que tenía un huerto que era la niña de sus ojos, ya que en él crecía un manzano que daba manzanas de oro. Una noche llegó un ladrón que robó algunas manzanas. El rey, indignado, puso de guardia durante toda la noche a Iván, su mozo de cuadra. Cuando ya había pasado media noche, Iván vio descender un Pájaro de Fuego que empezó a picotear las manzanas. Aferró por la cola al Pájaro de Fuego, mas éste huyó volando dejando una pluma en sus manos.
El rey envió a Iván en busca del mágico Pájaro de Fuego. Aún no había llegado muy lejos cuando repentinamente apareció un gran lobo gris que le prometió ayudarlo a encontrar al ladrón. Aconsejó a Iván que mezclara cerveza, pan y queso y lo dejara en el suelo. Cuando los pájaros de fuego se comieron el pan y el queso se sintieron muy pesados, y entonces Iván logró apoderarse de uno, que metió en su alforja. A continuación, siguiendo al lobo, volvió corriendo hasta el rey. Mas ahora éste había oído hablar de una princesa, el hada Yelena, que vivía más allá de los mares. Y volvió a enviar a Iván de viaje para que le trajera a la encantadora doncella. Una vez más acudió en su ayuda el gran lobo gris y ambos viajaron hasta un castillo encantado situado más allá de los mares.
Ya recogida la princesa, ella e Iván subieron a lomos del lobo para volver con el viejo rey. Pero por el camino Iván se enamoró del hada Yelena y ella de él. Cuando explicaron al lobo su dilema, éste les dijo que dejaran el asunto en sus manos.
Una vez en el palacio del rey el lobo gris se convirtió en copia exacta de la feérica princesa e Iván condujo al "lobo-princesa" a presencia del rey. Este, muy contento, llamó a todos sus nobles para que presenciaran la coronación de la nueva reina. Pero en el momento en que fue a besar a la novia se encontró con el hocico del lobo. El susto provocó su muerte y así fue como Iván pudo casarse con el hada Yelena.