LOS HÉROES Y SUS CULTOS

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Los héroes nacían generalmente de un dios y una mortal. El héroe Perseo fue resultado de la relación amorosa entre Zeus y la mortal Dánae, y el poderoso Heracles nació de Zeus y de la mortal Alcmene. No poseían naturaleza divina, pero se creía que sus espíritus eran eternos y solían intervenir para auxiliar a los mortales. Los héroes no eran venerados en tiempos de Homero, pero hacia el siglo V a. C. el culto a ellos se había convertido en una forma muy extendida de devoción religiosa. Los héroes eran venerados en santuarios erigidos donde se creía que se encontraba su tumba o habían muerto. Era general la idea de que los héroes poseían una valentía y honor ejemplares, y se consideraba que relacionarse con ellos daba buena suerte. Igualmente, al descuidar a un héroe se corría el riesgo de suscitar su cólera. Muchos estados griegos aducían que su fundador o protector era un héroe; por ello, idearon mitos para apoyar su linaje; las familias nobles también argüían que descendían de un héroe. Existían muchos héroes locales, y de hecho los héroes solían asociarse con determinados lugares, por ejemplo Edipo con Colono, Áyax con Salamina y Teseo con Atenas. El poder de estas figuras daba ocasión tanto a acciones benéficas como de carácter negativo. Edipo, por ejemplo, salvó a su ciudad, pero cometió terribles crímenes.

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