Circulaban múltiples mitos sobre el origen de las cosas pero ninguna versión fue aceptada por todos. No obstante, el relato más completo y el que obtuvo mayor popularidad aparece en la Teogonía, de Hesíodo, compuesta en el siglo VIII a. C. Se trata de la primera tentativa importante de trazar un árbol genealógico del panteón griego a partir de las numerosas creencias reinantes. Cosmogonía en igual medida que teogonía, remonta con detalle los antepasados de los dioses olímpicos hasta la creación del mundo, que surge del caos, y los órficos, seguidores de un culto místico denominado orfismo, ofrecían un relato alternativo sobre los orígenes del mundo, más abstracto y de carácter más filosófico que el de Hesíodo y, por consiguiente, con un atractivo popular mucho menor. Comienza con Crono («tiempo», reinterpretación órfica del nombre Kronos), acompañado por Adrastía («necesidad»). De Crono surgieron Éter, Erebo y Caos («aire superior», «oscuridad» y «el vacío primordial»). En Éter, Crono forma un huevo del que nace Fanes, creador de todo, una deidad bisexual con alas doradas y cuatro ojos. Panes recibe muchos nombres, Eros entre ellos, y tiene una Hija, Noche, que es su consorte y concibe a Gea y a Urano. Cuando Zeus asume el poder vuelve a crearlo todo, se traga a Fanes, copula con Core (Perséfone) y de esta unión nace Zagre-Dioniso.