El centro de Australia está atravesado por las rutas seguidas por múltiples héroes ancestrales, que en muchos casos recorrieron millares de kilómetros, unos con forma humana, otros como canguros, ualabíes, lagartos, serpientes o aves. Algunos, como los Hermanos Pájaros Campana no cubrieron más de 100 kilómetros y tienen una importancia fundamentalmente local.
Otros, como Malu el Canguro Rojo, que fue desde los Kimberleys hasta el centro del continente, o como las Siete Hermanas, recorrieron miles de kilómetros por las tierras de muchos clanes. Estos héroes dejaron cuevas, rocas y riachuelos como señales de los lugares en los que acampaban, cazaban o luchaban, señales que se consideran sagradas e impregnadas de la energía creadora de los antepasados.
Según la creencia, se puede liberar la energía de un ser primordial frotando o golpeando el punto en el que abandonó el mundo y entró en la tierra. El ser ancestral asociado con un lugar concreto se reencarna en cualquiera que nazca allí, que se convierte en custodio del emplazamiento sagrado.
Muchas leyendas sobre periplos ancestrales sirven de apoyo a ceremonias locales y fortalecen los vínculos entre pueblos que hablan lenguas distintas y que pueden necesitar acampar juntos durante largas épocas de sequía.