Un mito de los mbangala de Angola continúa el relato dé la dinastía Luba fundada por Kalala Ilunga. Él protagonista, Chibinda Ilunga, es una de las figuras mitológicas más veneradas de la región.
Una vez llegó al reino de Lunda un joven príncipe y cazador llamado Chibinda, nieto de Mbidi Kiluwe, antepasado de los reyes luba, con el rostro brillante y blanco como la luna. Abandonó el país luba porque el rey, celoso de su destreza como cazador, le había insultado asegurando que nunca había hecho la guerra. Un día, la reina de Lunda, Lueji, descendiente de la serpiente primordial China-wezi, madre de todas las cosas, fue al río y se encontró con el príncipe cazador. Cautivada por sus encantos, le invitó a quedarse con ella y, pasado el tiempo, se casaron.
En cierta ocasión, Lueji pronunció un discurso ante los ancianos y les comunicó que a partir de entonces Chibinda Ilunga reinaría en su lugar, y el príncipe les dijo a su vez que, como cazador que era, nunca derramaría sangre humana, sólo de animales. Lueji le entregó el brazalete real, empezó a menstruar y se recluyó. Esta situación duró mucho tiempo y empezó a conocerse como Nkula («el árbol de la savia roja»), nombre del ritual que desde aquel entonces se aplica a las mujeres con trastornos menstruales. Debido a la prolongada efusión de sangre, Lueji no pudo concebir, y al final le dio a Chibinda Ilunga otra esposa, Kamonga, que era fértil.