En las culturas de las selvas lluviosas tropicales, las diversas tribus relacionan su propio significado con el mundo físico. Los tukano del noroeste de la Amazonía consideran el relámpago como el resultado del lanzamiento por parte del chamán de cristales mágicos de cuarzo a un enemigo: el mismo cuarzo es visto como luz sólida y la esencia de la virilidad masculina.
Las superficies reflectoras de los lagos son fronteras entre el mundo natural y sobrenatural, los ríos son cordones umbilicales y los rápidos son las moradas de los espíritus de los peces.
También los animales simbolizan cualidades diferentes: el rugido del jaguar anuncia las lluvias, sus ojos brillantes y su pelaje representan el sol, y los aguiluchos, carroñeros, ayudan al chamán a curar enfermedades devorando los agentes malignos de las mismas. Para los pueblos amazónicos, el cielo, la tierra y el mar forman un todo integrado, tanto espiritual como materialmente.
La tierra está unida al mar por el intercambio de las cuentas de concha, se comercia con la sal como esencia en polvo de la fertilidad masculina, y diversos minerales encarnan identidades sociales, de género y espirituales.
Los cuerpos celestes están también ligados a los ritmos de la naturaleza a través de su aspecto y de sus alimentos estacionales.
La Vía Láctea es un sendero cristalino de visiones alucinógenas experimentadas por el chamán en trance, mientras que las estrellas fugaces, cometas y eclipses son imágenes celestes de temas terrenos como la discordia, la guerra y el nacimiento.