Entre los primeros vestigios de la mitología de la Europa septentrional destaca un grabado sobre roca de la Edad del Bronce en el que aparece una figura con una lanza, que quizá se transformara en Tiwaz, dios germánico identificado con Marte, dios de la guerra romano, pero vinculado asimismo con la legislación. Podría tratarse también de la deidad a la que Tácito denomina «dios y gobernante de todo», venerada en bosques sagrados. Quienes se internaban en ellos tenían que ser atados, idea vinculada al Tyr escandinavo, forma posterior de Tiwaz, célebre por haber atado al lobo.
Se identificaba a Donar, dios del trueno asociado con los grandes robledales del norte de Europa, con los romanos Júpiter y Hércules, y tenía como símbolo el hacha, que representaba la potencia del rayo.
En la literatura anglosajona hallamos trazas de mitos sobre un joven dios que sale del mar para repartir bendiciones. Al igual que la tierra, el mar se asociaba con la fertilidad, y el barco era uno de los principales símbolos de las deidades de la fertilidad. En Dinamarca había una poderosa diosa, Nerthus, y en los Países Bajos otra diosa de la costa del mar del Norte llamada Nehalennia, así como una reina de los cielos y un consorte de la diosa del cielo, Frea. En numerosas estelas de época romana de regiones germánicas y célticas aparecen grupos de deidades femeninas conocidas como Madres (frecuentemente en triadas), muchas de ellas con niños: probablemente, las mujeres se encomendaban a tales diosas en el parto y les pedían ayuda para la crianza. Otro símbolo de las deidades de la fertilidad era el jabalí, utilizado asimismo como conjuro de protección en la guerra.
Una importante deidad primitiva era Wodan, identificado con el romano Mercurio, que daba buena suerte en combate. En algunos casos se le representaba como un guerrero a caballo; pero se nata de una figura siniestra, que condenaba a sus seguidores a la derrota y la muerte y a quien se sacrificaban hombres, ahorcándolos. Si bien servía de guía para los infiernos (al igual que Mercurio), también se le asociaba con el cielo y su símbolo era el águila, además del cuervo y el lobo, animales relacionados con el campo de batalla. Se le vinculaba con la adivinación, los símbolos rúnicos y el don del éxtasis, pues inspiraba a guerreros y a poetas. Antepasado de los reyes, les concedía los favores de los que dependía un buen reinado. Al igual que Tiwaz, poseía una lanza y el poder de atar y desatar mediante su conocimiento de los conjuros de guerra.