El otro mundo es presentado en ocasiones como una isla, booyan, situada en mar abierto (allí donde el sol se oculta y se levanta), lugar de felicidad y luz eternas. Allí es donde moran las almas de los muertos y de los que todavía no han nacido, así como las semillas, las plantas y los pájaros que aparecen en primavera.
Para llegar a esta isla mística el héroe tiene que viajar más allá del reino de Tres Veces Diez, con frecuencia a pie, calzado con tres pares de zapatos de hierro y tres bastones de piedra, comiendo tres panes de piedra y trepando a una montaña de hierro o de cristal.
La persona que hace el viaje es con frecuencia una sencilla muchacha campesina, lo que subraya el poder del matriarcado en la mitología eslava.