Tras salir del Laberinto de Creta, Teseo navegó hacia Atenas con los jóvenes y Ariadna. Al llegar a la isla de Naxos la abandonó dormida en una playa, bien porque la olvidó o bien, como dice la versión más extendida, porque la traicionó deliberadamente.
Sin embargo, la historia de Ariadna tiene final feliz: el dios Dioniso, acompañado de todo su séquito, encontró a la muchacha llorando en la playa y se casó con ella con grandes fiestas a las que asistieron los dioses. Más adelante la transformó en Corona, constelación que sirve de guía a los navegantes.