La mitología australiana tiene tres componentes:
El mito está siempre localizado: el conocimiento y el control de un episodio mítico, así como todo el complejo ritual-artístico que lo acompaña, queda siempre restringido a los custodios actuales de los lugares explicados en términos religiosos y cosmológicos por el mito.
Los cantos, la forma habitual de recitar los mitos, se centran en palabras clave y referencias que en sí mismas están vinculadas a lugares específicos de la zona. Los cantos ayudan a recordar detalles relativos a la historia sagrada del lugar en cuestión.