Los misioneros y científicos que creían en la doctrina preevolucionista de la degradación de la cultura solían pensar que habían hallado evidencias de la revelación bíblica, mientras que los evolucionistas decían que muchos mitos se habían contaminado por la influencia de los primeros cristianos. Lo que es más probable es que los mitos de las culturas primigenias hubieran evolucionado en una forma muy similar a los mitos registrados en el Génesis.
Los mitos de la Micronesia referidos al dios antepasado Nakaa, seguramente de origen indioasiático, formulados en tiempos precristianos, se parecen mucho a los que aparecen en la Biblia. La maldición de Nakaa, aquí en una versión de un informante de las Gilbert, podría ser interpretada como la expulsión del Edén, exceptuando que la isla de Bouru (Pulotu) se parece más a Bhurloka, el mundo de procedencia de los Vedas.
Otras versiones dicen claramente que los hombres poseían un árbol que de forma continuada rellenaba su único coco y también una trampa para peces que siempre estaba llena y que Nakaa se llevó consigo al marcharse. Entonces, él se sentó a la entrada del mundo de los espíritus con una red con la que capturar las almas de los muertos. Los que podían refrenarse durante tres días y no comer del fruto del árbol de Nakaa, ni peces de su trampa ni agua de su pozo, podían volver al mundo de los vivos.