Los cultos cristianos sincréticos han prevalecido en la Nueva Zelanda maorí desde la emergencia del movimiento Papahurihia en 1833. Esta religión temprana se oponía a los misioneros protestantes e invocaba la serpiente bíblica Nakahi, de la que el profeta decía que era el instrumento de Te Atua Wera (el dios abrasador), la serpiente ígnea de la vara de Moisés.
En todos estos movimientos, el antiguo tohunga fue sustituido por profetas maoríes. De especial interés era el profeta Tuhoe, Rúa Kenana Hepetipa, un mesías maorí, que experimentó una visión en Maungapohatu, la montaña sagrada de los tuhoe, en 1905, tras haber sido enviado allí por el arcángel Gabriel. En la montaña se encontró con la antepasada Whaitiri, una diosa poderosa del mundo nocturno (po) que le mostró un diamante sagrado de gran poder. En 1906, Rúa fue bautizado como Hepetipa (Hephzibah), el que hacía fructificar la tierra, y fue considerado un Mesías.
Aunque no todos los profetas equivalían a dioses vivientes, incluso el movimiento bastante convencional de Ratana colocó en el panteón a los "ángeles fieles" y el mismo Ratana, en calidad de Te Mangai (la boca de Yavé) gozaba de un estatus casi divino.