Al principio sólo había tres hermanos. Uno fue el padre de las gentes de las praderas, otro el de los pueblos de la maleza, y el tercero se fue y nunca volvió. Cuando los blancos llegaron a Nueva Guinea, los ancianos decían: "Éstos son los hijos del tercer hermano. Se fue, tuvo muchas posesiones, aprendió todo tipo de magia y ahora ha regresado. Sus hijos tienen ropa y utensilios, vehículos y comida en lata del mundo exterior.
Como el hombre blanco no hace nada de lo que tiene, deben ser los espíritus quienes lo fabriquen. Sus espíritus son también los nuestros. El hombre blanco debería compartir estos bienes con nosotros. Algunos de nosotros hemos vistos cómo llegan los bienes en barcos por el mar. Estos bienes proceden de un gran agujero en el fondo del mar. Los hombres llevan allí sus barcos y los espíritus descienden por escaleras para subir el cargamento desde las profundidades".
Las gentes del valle Binumaria tienen ahora un nuevo mito: "En un principio, Dios hizo el cielo y la tierra y un jardín para el hombre. Dios cogió un cuchillo y arañó el brazo de Adán y vio que no fluía sangre por sus venas, entonces mató una gallina y se la dio. Cuando Adán comió la gallina, la sangre comenzó a correr por su brazo. Adán y Eva eran primero de sexo masculino, pero cuando Eva comió del fruto, Dios la castigó convirtiéndola en mujer".